Uno de los consejos que más me han desconcertado desde que estoy aquí fue que sea irresponsable.
Si bien es cierto que yo he sido excesivamente responsable en mi vida y quizás eso me ha llevado a perderme ciertas experiencias que valían la pena también creo que afortunadamente hace tiempo que me conozco en este sentido y soy capaz de aparcar mi responsabilidad en función de cada situación (y si ahora estoy escribiendo esto desde Maputo pues tampoco me ha ido tan mal, no?)
En este caso me desconcertó por dos motivos: Por una parte las irresponsabilidades que puedes hacer aquí en Mozambique son realmente muchas y algunas no tienen vuelta atrás. Por ejemplo ya me han ofrecido dos veces de acostarme con niñas de 14 años y realmente seria algo muy irresponsable de aceptar, verdad? Creo que la irresponsabilidad es como las mentiras. Cualquiera puede ser responsable (o sincero), las normas están escritas y tan solo tienes que seguirlas. En cambio para ser irresponsable (o mentiroso) y no pillarte los dedos ya tienes que ser algo más listo y saber jugar las cartas en cada momento (lo cual lo hace bastante interesante!!). Espero que la persona que me dio este consejo lo tenga claro y sepa jugar las suyas, pues me dolería mucho lo contrario… Yo con los días he decido reinterpretar el consejo en un “vive el momento” (que sinceramente creo que era a lo que se refería) y de hecho lo tengo como mensaje de bienvenida en el móvil para acordarme de ello cada día que estoy aquí.
Y todo esto porque?
Porque hace poco estuve cerca de vivir un gran momento…
En los continuos viajes que estoy haciendo entre Maputo y Inhambane se pasa por Quissico, una población cercana a la costa. Desde la Estrada Nacional 1 se pueden ver unas montañas justo 100 metros dentro del mar que llaman mucha la atención. De hecho a mi me la llamaban tanto que el jueves decidí aprovechar que tenía un 4x4 y que pasaba por ahí para aventurarme a ver que me encontraba.
Quissico y alrededores.
Increíble.
Precioso.
Salvaje.
Solitario.
Os podéis hacer una idea, no? Se coge un camino de tierra que no será mucho más ancho que el coche, te adentras en el mato y al cabo de un buen rato hay un desvío que marca la situación de una playa. Tiras hacia la derecha y encuentras un pequeño puente para acceder a estas “islas”.
Una vez aqui hay que dejarse llevar...
Asi que empecé a coger caminos un poco siguiendo el instinto, ahora izquierda ahora derecha, por aquí no… se veía una duna a lo lejos que parecía interesante y intentaba llegar a ella.
Algunas muestras de flora y fauna local
Y donde al final llegué fue a un lodge abandonado. Supongo que aún lo están construyendo pero lo cierto es que allí no había nadie… era curioso porque por ejemplo había agua corriente, todo estaba nuevo pero desierto, pasear por ahí me provocaba una mezcla de intriga, miedo, sorpresa y cierta paz…
La carretera hasta allí se transformaba en un pequeño camino que bajaba hasta dar con la costa exterior de la isla, el mar rugía y la playa parecía no tener fin. Allí me topé con un mozambicano pescando desde la orilla y recogiendo algo parecido a camarão (para variar he olvidado el nombre…). Estuvimos hablando un rato y me explicó que con lo que sacaba del mar le daba para intercambiarlo por arroz y otras cosas y con eso ya le bastaba para seguir tirando… me alegré de conocer a alguien como él después de haberme cruzado con tanta gente que lo único que le interesa es aparentar tener unas cosas que no necesita.
El tiempo pasaba y yo tenía que volver a Maputo, así que cogí el coche y empecé el camino de vuelta. No hicé ni 200 metros que divisé un pequeño camino que subía a lo alto de un pequeño montículo por lo que volví a aparcar y subir hacia allá. Costo un poco pero las vistas fueron una buena recompensa!
Mi coche intentando integrarse en el entorno.
Vista general del lodge.
Y eso fue todo… una buena experiencia con un amargo sabor de boca... supongo porque me recordó bastante al espíritu con el que encaré todo lo que viví hace unos meses cerca de Solsona (de lo mejor del 2007 si no fuera porque ahora me plantee que hubo de real en todo eso).
Y esto liga con el tema de las casualidades que ya comenté en su día (y que dio bastante más jugo del que pensaba). Alguien me comentó que las cosas siempre pasan por algo, tienen como “su propio plan”. Realmente me pregunto cual es el que me tienen preparado (y hasta que punto puedo decidir sobre el mismo) sobretodo porque lo que más extrañé ese día se me confirmo en forma de pegatina en el frontal de un autobús justo al retomar la carretera, que cosas, no? Aunque también es cierto que desde que descubrí que 6 + 4 no tienen necesariamente porque sumar 10 que intentó no darle a estas cosas mucha importancia (por mucho que me cueste en este caso!!!!).
En fin… miro el gmail a ver si hay algo nuevo y me voy que hay un concierto de Timbila Muzimba en el teatro Avenida!
…