28 de maig 2010

Caratriste.

Es domingo y tras otra semana de estudios los niños juegan en el patio de Sant Mary's. Los domingos son siempre especiales: a diferencia del resto de tardes donde se vigila que los huérfanos acogidos por el programa estudien, hoy pueden jugar todo lo que quieran y además, como premió por el buen comportamiento, se reparten bananas entre todos.

Pero Caratriste no juega. Sentado en una escalera mantiene la mirada perdida y parece ajeno a toda la actividad que se acumula a su alrededor: chutes a pelotas deshinchadas, persecuciones varias, cantos, gritos y en general todo aquello que requiera algo de imaginación y pocos recursos. Algo en su interior parece ser mas fuerte y le mantiene inmóvil con la cabeza semibaja

Yo había oído hablar de él por Asier, un joven vasco que tardó poco tiempo en hacerse amigo de todos los críos del lugar a base de juegos, paciencia y complicidad. Caratriste prefirió mantenerse ajeno a este proceso sentado en cualquier lugar donde no molestara y así, desconocido y apartado con sus ojos a punto de lágrima, se ganó su peculiar apodo.

Yo ese domingo había optado por acercarme al patio para ver el ambiente. Reconozco que mi relación con los niños de aquí se me hace complicada, principalmente por el problema de comunicación que se me genera. Me incomoda que se rían delante de mí sin saber los motivos (de hecho, el motivo parece que soy yo) o la frustración de no poder hacer nada cuando la lían o se pelean entre ellos, más allá de repetir "aikonen" (no) varias veces. Cuando Asier me vio aparecer señaló unas escaleras con los ojos diciéndome: "Ese es Caratriste".

Lamentablemente el apodo le hacia justicia… y más en un lugar como este, donde las sonrisas son la única riqueza de la gente. Me acerqué a las escaleras y aunque me miró no parecía muy dispuesto a decir nada. A mi sin embargo eso me dio confianza, pues manteniendo el silencio nuestras posibilidades de comunicación se encontraban igualadas. Empezamos un extraño juego de conocernos por signos. Yo, tu, el, esto, eso, aquí, allí, si, no, grande, pequeño… rompí el silencio con algunas expresiones en tigriña que parecían alegrarle, pero resultaba difícil adivinar como se sentía. Jugamos un poco, palmas, yo canté algo de heavy en español (es lo que hay...) y él aplaudía. Poco a poco las sonrisas fueron mas claras, aunque siempre muy circunstanciales.

El coche de Ángel apareció por la puerta principal y eso indica que todos deben sentarse alineados para recibir su banana. Caratriste me deja, se aleja y sin prisa se sienta junto a los demás. No parece haber elegido su lugar por nada en concreto, pues no habla con sus compañeros y me entristece ver que su cara inicial ha vuelto a aparecer. Se reparten las bananas y mientras la mayoría la devora en pocos segundos me fijo que Caratriste la guarda cuidadosamente en un bolsillo de su chaleco. Supongo que en casa necesitarán repartirla. Así que la suerte del día es que hayan sobrado algunas, y así Caratriste pueda comerse la media banana adicional que ese día se reparte.

Tras eso la jornada se da por concluida. Algunos niños hacen cola para la enfermería y la mayoría se va a sus casas. Caratriste se levanta y mira brevemente, me hace un amago de despedida con la cara y se va. Solo. Yo lo sigo con la mirada y aprovechando que tengo a Ángel cerca le pregunto que le pasa a ese niño.

-         Haile Selasi? El pobre es seropositivo…

Y mientras Haile Selasi cruza la puerta de entrada me doy cuenta que aunque tenga 6 años y no sepa que son los retrovirales, el sistema inmunitario o no haya visto nunca un lacito rojo… lo sabe.

12 de maig 2010

No es gay todo el que la coge…

(La mano! Todo el que te coge la mano! Reconozco que me gustan los títulos abstractos, pero este necesita de una aclaración solo empezar (no quiero ni pensar las risas que se habrán echado los lectores sudamericanos…). Aclarados pues, vamos al tema)

Saludarse es algo básico en estos países. Vas por la calle y continuamente la gente te va saludando a lo que respondes con las manos en alto, inclinando brevemente la cabeza y dando la respuesta que toque. Yo reconozco que me pongo en automático y saludo a todo aquel que se me cruza, pero es que no soy capaz de discernir las situaciones y encima en estos sitios existe el deporte de "saludar al blanco", así que me parece la solución más práctica. Si conoces, o te presentan, a la otra persona ya entras en el campo del contacto físico. Existe el saludo respetuoso que consiste en estrecharse las manos derechas con tu mano izquierda agarrando tu codo derecho o el de "colegas", estrechada de manos y golpe de hombros derecho (este último queda muy autentico). Acto seguido, y antes de pasar al tema que tengas pendiente, hay que preguntar como se esta, como si esperaras novedades desde las últimas dos horas cuando ya te dijo que estaba bien.

Lo divertido de todo este proceso es la primera vez que tras la estrechada de turno descubres con extraña sorpresa que tu interlocutor no te suelta la mano. Tu has hecho las cosas como siempre: extiendes la mano, coges la suya, aprietas, un par de sacudidas y sueltas. Pero el no. Así que te quedas mirando tu mano preguntándote que has hecho mal. Aparentemente nada, pero es un hecho que tu mano sigue ahí, cogida por el tio que tienes enfrente y que actúa como si no pasara nada. El te esta hablando pero tu hace unos segundos que ya no le oyes, todo tu entendimiento esta concentrado en tu extremidad superior derecha que se encuentra apresada.

Decides aparentar normalidad y le miras a la cara, intentas retomar la conversación mientras, de reojo, vas mirándote la mano para ver si hay novedades. El pregunta cualquier cosa sobre el tiempo, el trabajo o el fin de semana y a ti ya es lo que te faltaba… a controlar tu mano con disimulo, mirarle a la cara con aparente naturalidad y escucharle se te ha sumado una tarea más: responder. Acabas balbuceando cualquier cosa para que el siga hablando y tu puedas concentrarte en lo que realmente importa en ese momento: tu mano.

No ha pasado ni un minuto y ya has descubierto dos cosas importantes sobre ti: Una, que es cierto eso de que los hombres no saben hacer dos cosas a la vez ya que tanta información a la vez te desorienta y inevitablemente has dejado de escuchar. Y dos, que no eres tan liberal como pensabas porque desde que ha empezado todo esto una inconfundible sensación de incomodidad recorre tu cuerpo y desde luego no te esta ayudando a encontrar una solución. Ey! Solo te tiene cogida la mano! Si estuviera haciéndote cosquillas en la palma sería realmente grave! Tampoco es tan raro, no? Cuando fue la ultima vez que un tio te cogió la mano? Mmmmm…. Vale, cuando tenias 13 años y era tu padre, pero sigue sin ser tan grave!! Tienes amigos gays, has estado en bares de ambiente… pero nada te ha preparado para esto! Será porque mide 10 cm más que tu y es tan corpulento? Será por la sonrisa que se dibuja en su boca cuando te habla? Será verdad lo que dicen de los negros sobre el tama… dios mío, cuanto va durar esto!?!!?!

Al final él te suelta la mano sin ningún motivo aparente. Tu inmediatamente te la metes en el bolsillo, no sea que se lo repiense. Tus pulsaciones lentamente recuperan su ritmo normal hasta que caes en la cuenta que tarde o temprano tocará despedirse… y habrá que darle la mano de nuevo! Vuelves a sudar y intentas trazar un plan de escape, pero no se te ocurre nada. Alargas la conversación todo lo que puedes pero finalmente llega el momento, aunque esta vez todo se desarrolla con normalidad. Os despedís y se va. Intentas que no te afecte y sigues con los planes que tenías pero ahora vas por la calle bastante más atento. Es así como te das cuenta que de tanto en tanto se ven parejas de chicos cogidos de la mano. Cuando llevas 3 parejas ya empiezas a extrañarte, porque en España con suerte ves una cada semana… serán aquí mas liberales que en España? Pero esto aquí no estaba prohibido???

Que tipo de relación tendrán estos dos??

Las respuestas llegan cuando tienes la oportunidad de hablar con un blanco que lleva tiempo en el país. Tras echarse unas risas a tu costa te explica que en los países subsaharianos es habitual cogerse de la mano como muestra de amistad, el contacto es importante en estas culturas (recordad el saludo tipo colega) y que no tiene las connotaciones que pensabas. De hecho, la gente aquí es bastante tradicional y el tema de la homosexualidad es un tabú todavía. En definitiva, que estés tranquilo porque no es gay todo el que te la coge…

4 de maig 2010

El flautista blanco.

Aún no he llegado ha entenderlo…

En Maputo me acostumbré a que los niños me llamaran continuamente “mulungu” (blanco). Como parte del juego aprendí a decir en shangan “mina ni mulungu, wena ne mulandi” (yo soy blanco, tu eres negro), pero no sirvió de mucho, se reían y miraban entre si, que el mulungu dijera algunas palabras en shangan no pasaba de anecdótico. Me fui de Maxaquene A igual que como llegué: con una legión de crios siguiéndome.

En Malawi la historia siguió: “azungu” fue la variante local. De pueblos donde dudo que un blanco haya estado en años salían niños tras el ciclista blanco (o sea, yo) con una idea clara: tiene dinero y con las palabras adecuadas y un poco de suerte puede que afloje algo. No importa que este a 200 metros, no importa que vaya en bicicleta, no importa que ya se aleje… hay que gritar, correr, saltar, mostrar la mejor de las sonrisas o las mas tristes ojos, pero ante todo HAY QUE INTENTARLO.

Tanzania, Uganda, Kenya… la cosa nunca mejoró y llegué a odiar el sonido “muzungu” (swahili), con el alivio de saber cuando veía camisetas con la leyenda “My name is not muzungu” que no era el único que pasaba por esa situación. En Maralal, Kenya, el día de la carrera de camellos, cuando iba hacia el Lodge de la organización me crucé con dos niños de unos 4 años que bajaban por una pequeña colina que descendía por la derecha con los brazos en alto y repitiendo alegremente: mu-zun-gu, mu-zun-gu!!. La escena me pareció bastante cómica así que corrí hacia ellos para hacerles alguna gracia: huyeron muertos de miedo en medio de lloros…

Una muestra de como una simple cámara de fotos es capaz de inmovilizar a 14 niños!

Y con este historial llegamos a Ethiopia. Aquí soy un “farengi”. Al principio a los blancos aquí los llamaban “italianos” ya que son con los que mas contacto tuvieron durante la época colonial. Pero desde que los franceses construyeron la línea férrea entre Addis Ababa y Djibuti, rápidamente se popularizó “french” y de ahí la amharización de la palabra en “farengi” (a veces te llaman “you”, pero tan alto y repetido que no le cuesta mucho acabar siendo igual de odioso). La cosa es que hará unos días estaba tranquilamente sentado en el dique de una presa tras haber estado inspeccionando la zona del proyecto que queremos realizar. Había quedado a las 12 con Ángel para que me recogiera con el coche, pero se estaba retrasando un poco. En los escasos 15 minutos que estuve sentado sin hacer nada en especial (lo juroooo!!!!!) conseguí que unos 30 niños se amontonarán a mi alrededor mirándome como si tuviera cuatro brazos, callados, susurrándose cosas al oído. Si me hubieran tirado cacahuetes no me habría extrañado… Llegó Ángel y todos me siguieron hasta el coche, atraídos por un invisible imán de interés y curiosidad.

Todos siguiendo al "farengi".

Reacción habitual cuando el "farengi" se acerca (sobretodo si lleva una piedra en la mano).

Qué representa que soy? ¿Qué historias o mitos se explican de noche a la luz del fuego en los hogares africanos sobre mi piel que provoca esta mezcla de admiración y miedo en los niños? Al igual que el lobo es en Europa la personificación infantil del mal, ¿que papel jugamos los blancos en el ideario africano? ¿Dinero? ¿Poder? Quizás Ángel tenga razón y el primer error es intentar entenderlo. No se que historias contarán ahora, pero puedo imaginarme que en el futuro serán como la que sigue:

“Hace mucho tiempo, existía un poblado africano donde sus gentes vivían en paz con su entorno y trabajaban duro para tirar sus vidas adelante. Un día se presentó al poblado un extraño hombre de piel clara que ofreció sus servicios para eliminar las ratas que según él inundaban el poblado. Estos pequeños animales no eran especialmente abundantes en el poblado por lo que los aldeanos nunca habían interpretado su presencia como un problema e informaron al hombre blanco que tenían otras prioridades como un nuevo pozo o encauzar las aguas del río, que se desbordaba a menudo. Este respondió que ya había formulado un proyecto a la AECID sobre ratas y difícilmente podría cambiar su contenido, así que iba a acabar con ellas igualmente.

Es así que se situó en medio del pueblo con un gran equipo estéreo de potentes altavoces desde donde atronaba una extraña melodía de flauta. Empezó a pasearse por todas las calles del pueblo y los niños al verlo se quedaban asombrados, pues hasta entonces solo habían visto blancos por la televisión. Allí los blancos tenían grandes cantidades de dinero, sus casas eran tan grandes como el poblado entero e iban a todas partes con bonitos coches, así que los niños empezaron a seguir al hombre blanco esperanzados en conseguir algún regalo (los blancos siempre dan regalos decían los adultos) o… quien sabe! con un poco de suerte quizás se los llevaban a su país.

El hombre blanco, confiado de su éxito y ensordecido por la música, en ningún momento miró hacia atrás. Habría descubierto que todos los niños le seguían felices bailando, pero que ninguna rata se encontraba entre ellos, pues al ser africanas estas solo respondían al sonido de los tambores. Se fue alejando del poblado cuando empezó a llover en la zona y justo después de que cruzara el río una gran avenida de agua se precipitó con la mala fortuna que se llevó a todos los niños aguas abajo.

Y fue así que los aldeanos aprendieron a desconfiar del hombre blanco y que la AECID recibió un informe de justificación de proyecto favorable, aduciendo que, según datos oficiales, la tasa de mortalidad infantil por enfermedades transmitidas por ratas en la zona se había reducido drásticamente.”