20 de març 2009

Porque vale la pena!

Me levanto a las 6 y tras comer algo en la pastelería de abajo del hostal donde me hospedo en Nampula cojo la chapa que me indicaron el día antes. En un principio parece ir vacía pero no tarda en llenarse de estudiantes. No se si es por esto, o quizás hubo algún malentendido cuando pregunté ayer, pero el caso es que cuando salíamos de la ciudad esta tuerce inesperadamente a la derecha dirección la escuela, por lo que no me queda otra que salir y hacer el resto del camino a pie.

La siguiente hora transcurre por la carretera preguntando por mi destino cada dos por tres a la gente que me cruzo. Cuando ya lo diviso tuerzo a la derecha y al poco me adentro en un pequeño poblado del que no tardo en convertirme en la atracción del día. Mi pregunta es siempre la misma: “Esa montaña de allí atrás,se puede subir? Tiene algún camino?” Tras la sorpresa inicial algunos se ofrecen como guías a pago, lo que yo refuso, pese a ello tres de ellos deciden acompañarme gratis para ver si cae algo de todas formas..


Mis compañeros de aventura y el Nanitio tras ellos.

Dejamos el poblado y empezamos a cruzar machambas (huertos particulares) mientras el terreno se inclina progresivamente y estas acaban dando paso a una vegetación mas densa que obliga a hacerse paso con las manos llevándote algún que otro rasguño.

El camino hasta la cima tiene tramos de piedra abrasada por el sol, maleza de difícil paso y incluso algún nido de hormigas rojas que te suben por brazos y piernas pellizcándote de manera que no te queda otra que arrancártelas de una a una (incluso muertas la cabeza se queda enganchada a tu piel) mientras te cagas en la madre que las parió a todas (nunca mejor dicho).

Vistas desde la cima, se puede ver Nampula a lo lejos.

Al fin llegamos a unos 20 metros de la cima y tras comprobar que sin equipo es inaccesible realizamos un merecido descanso. Es allí cuando Celestin, que a guiado el camino, me pregunta porque quería subir hasta allí. Se me hizo difícil responderle...

Cuando llegue en avión desde Beira el paisaje alrededor de Nampula me hipnotizó: una gran meseta repleta de viejas montañas redondeadas. Una vez en tierra y de camino a Ilha de Mozambique me fije en una de ellas, Nanitio según supe mas tarde, y me dije que al volver de Pemba la subiría. No era especialmente grande, ni bonita, había otras antes a las que no hice caso, así que no se... Porque estaba allí arriba con esos chicos?

“Porque tenia ganas de subir hasta aquí” respondí. Su cara demostraba que no me entendían. No les culpo. Es la misma cara que puso alguna gente cuando les expliqué que me iba un tiempo indeterminado de viaje...

Quizás porque entre hacerlo y no, creo que gano algo con la primera opción. La misma sensación que me llevó a Quissico o remontar el rio cerca de Solsona... Porque creo que vale la pena!

Para poder ver cosas como estas, por ejemplo...

1 comentari:

Unknown ha dit...

Tant sols per les vistes jo crec que ja val la pena !!!
Bones festes